EL ESPÍRITU DE LA NAVIDAD.
La Navidad genera sentimientos contrarios. Hay quienes disfrutan de ella, sobre todo si hay niñas y niños
alrededor; y quienes desean que esos días pasen cuanto antes, no les traen buenos recuerdos. Cuando se
habla del espíritu navideño se habla de solidaridad, paz, buena voluntad… Es decir, como si TODOS tuviéramos que tener esa actitud en estas fiestas. Y por eso hay que celebrarlo. Cócteles, comidas, cenas, una estética típica donde resaltan los árboles adornados, los belenes, luces encendidas, etc.
Desde lo privado, cada cual puede participar o no de ese espíritu. Pero, desde una institución pública no se
nos debe “imponer” a las trabajadoras y trabajadores este sentimiento navideño. La presión de la ideología
de las autoridades del MECD se ejemplifica bien aquí con los belenes, expuestos delante de nosotros, como
aparece en las fotos. Si no gustan los belenes, hay que tragárselos porque hay que ser solidario y tener buena voluntad con los que sí disfrutan de la Navidad (o sea, asumir su ideología). Pero, a quienes no les gusta la Navidad ¿cuál es el espíritu navideño con ellos? ¿Dónde queda la libertad?
Más aún. ¿Qué ocurre con los empleados que hemos perdido poder adquisitivo, un 5% en el sueldo, una paga extra y moscosos? ¿Qué pasa con quienes han ido al paro por la reforma laboral, con quienes están malnutridos, con quienes se han quedado sin beca o han emigrado a otros países por los recortes…? ¿Hay espíritu navideño para ellos? ¿O tiene que ser la solidaridad de la ciudadanía, su caridad, la que deba funcionar, como ya está pasando? ¿El espíritu navideño de los poderes públicos consiste solo en poner belenes?
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